"Esa tarde, era la tarde en que mejor se engalanaban todas sus gentes, los niños estrenaban sus ropas y calzados nuevos, las mujeres, las bellas mujeres de Moguer, se esmeraban y ponían sus nuevos y mejores trajes para recibir a la Madre, y cuando la tarde caía plácidamente en el cálido y largo día de final de agosto y todo Moguer estaba en la calle y no cabía ni un alfiler en la Plaza de la Iglesia, era la hora mágica en que por la Puerta del Sol se introducía a nuestra bendita Imagen y se colocaba en el Altar Mayor".
(Rafael Redondo, Pregón de la Romería 2008)