Pregón Romería Montemayor 2010
PREGON CANTADO Y CONTADO DESDE LAS VIVENCIAS DE UNA INFANCIA EN MONTEMAYOR
Un abarrotado Teatro Felipe Godinez acogía en la noche del sábado el pregón a la Romería Montemayor 2010, pronunciado por Álvaro Burgos Mazo, un pregón brillante, romero, la fiesta como forma de convivencia y compartir presente, y mariano, en el que puso de manifiesto desde el principio que la Virgen era el centro y la razón de ser de la romería, mediadora para acercarnos a su Hijo, pregón que parecía que más que escrito había sido dictado desde el corazón, original desde el inicio, singular y sorprendente por su puesta en escena, un pregón que no sólo emocionó, sino que hizo llorar a más de un asistente, pregón impregnado de sentimientos y vivencias narradas en primera persona, vividas desde una infancia cercana por circunstancias familiares a la Virgen de Montemayor, distinto al introducir cantes interpretados por sus amigos Rafael Moreno, autor de numerosas sevillanas dedicadas a la Virgen, al que le rindió un cálido homenaje sobre el escenario, Garrio, Lauri Garrido y Antonio Rodríguez, y el mismo pregonero, cantes desde bambalinas a los que en algunos momentos se sumó el público.
Pregón original desde el principio que comenzaba con un montaje fotográfico dedicado a su familia y a la Junta de Gobierno de su padre, Manuel Burgos, hermano mayor entre 1974 y 1982, cuyos integrantes se encontraban casi en su mayoría en el teatro, a quienes les dedicó palabras llenas de emoción, a la vez que recordó también emocionado “a los que no se encuentran ya entre nosotros, sino junto a Ella en el Montemayor celestial en una Romería eterna”, quienes después de su etapa en la hermandad formaron una reunión seña identidad de la romería, “Los Mismos”., “mi segunda familia”.
Original por la elección de su presentador, Olivier Herrera, a quien antes de comenzar le regaló una medalla suya que le impuso el párroco José Manuel Raposo, para que de esa forma se sintiera parte ya de la hermandad, una persona quizás no muy conocida entre los moguereños, pero a quien conoció hace algunos años por su relación con el sector fresero de la localidad.
Olivier definió a Álvaro como “una persona que no necesita presentación”, de quien subrayó “su compromiso social, cultural y político con su pueblo”, para pasar posteriormente a hacer un breve recorrido por su vida personal, laboral y familiar, destacando su pasión por la música y la fe en la Virgen de la Esperanza y la Virgen de Montemayor, “una persona fiel a si misma y a los demás”, para acabar haciendo un recorrido por Andalucía, “un homenaje a sus pueblos, y en Huelva a Moguer, y a sus gentes”, dedicando unas palabras de recuerdo a Francisco Garfias.
Pregón original por la forma de comenzar, sentado sobre el escenario sin micrófono dirigiéndose a su hijo, a quien dedicó el pregón, y a sus sobrinas, para decirles que en ellos estaba puesta la semilla de la fe en la Virgen de sus abuelos y sus padres, con una fotografía de la Virgen presidiendo el escenario.
Su abuela “mama” presente
Pregón lleno de nombres propios, primero el de sus padres, y después el de su abuela, “una mujer que nunca fue a la romería, pero siempre tenía a la Virgen presente, y esa devoción también la compartimos de cerca desde pequeños mis hermanos y yo”, a quien dedicó unas palabras cargadas de sentimiento. “Mis padres nos tuvieron desde la infancia a mi y mis hermanos cerca de Montemayor, bien porque nos llevaban con ellos, o si no nos dejaban con mi abuela, que se llamaba Montemayor, a quien nosotros llamábamos mama”.
Más nombres propios, además de los ya mencionados, fue el de Rafaela, la ermitaña de Montemayor en la etapa de su padre, Orujo, Mari la Borreguera, quien fuera directora del coro de la hermandad, y costaleros, Pedro Blanco, Ofin, Coronel, Rafael Moreno o Francisco de la Corte.
Y mención aparte para el padre Roca, en la actualidad por problemas de salud alejado de Montemayor y su labor como sacerdote, a quien sentado en la primera fila se acerco y de nuevo sin micrófono le dedicó unas palabras haciendo énfasis en lo importante que era su persona en la difusión de la devoción a la Virgen de Montemayor. De la misma forma tuvo palabras de recuerdo para Francisco Garfias, enfermo desde hace ya algunos meses.
En su recorrido por los actos de la romería reivindico la mañana de salida de carretas y la convivencia con los preparativos previa a la romería entre cantes y bailes en la noche del viernes, hizo la entrada con las hermandades filiales, recorrió el recinto romero durante el rosario de antorchas, para llegar al gran día de la romería, domingo de función principal por la mañana, y por la tarde “el momento en el que los costaleros amarran los pañuelos anuncio de la procesión de la Virgen”, a la que acompañó desde la ermita hasta la fuente, pasando por la casa de los mayordomos y las hermandades filiales, haciendo una parada singular en el sombrajo de “Los mismos”, “donde mi amigo Rafalito, el garrio y yo cantamos a la Virgen”.
Álvaro no se limitó a cantar la parte festiva de la romería, su pregón fue muchos más allá, tuvo un marcado acento mariano y cristiano. “La romería es amistad, es convivencia, es compartir, pero no se debe olvidar que el centro es la Virgen de Montemayor, y junto a Ella tenemos que ser buenos cristianos”
En ese sentido tuvo palabras dedicadas a los más jóvenes, “el tiempo demuestra que la romería no está viva si no miramos a la Virgen en la ermita”.
Y si brillante fue el pregón mejor fue un final en el que unió la devoción de Moguer a su Patrona con la devoción a la Virgen del Rocío “en una despedida de romería en la que la Virgen cambia el manto rojo por el dorado”.
PREGON CANTADO Y CONTADO DESDE LAS VIVENCIAS DE UNA INFANCIA EN MONTEMAYOR
Un abarrotado Teatro Felipe Godinez acogía en la noche del sábado el pregón a la Romería Montemayor 2010, pronunciado por Álvaro Burgos Mazo, un pregón brillante, romero, la fiesta como forma de convivencia y compartir presente, y mariano, en el que puso de manifiesto desde el principio que la Virgen era el centro y la razón de ser de la romería, mediadora para acercarnos a su Hijo, pregón que parecía que más que escrito había sido dictado desde el corazón, original desde el inicio, singular y sorprendente por su puesta en escena, un pregón que no sólo emocionó, sino que hizo llorar a más de un asistente, pregón impregnado de sentimientos y vivencias narradas en primera persona, vividas desde una infancia cercana por circunstancias familiares a la Virgen de Montemayor, distinto al introducir cantes interpretados por sus amigos Rafael Moreno, autor de numerosas sevillanas dedicadas a la Virgen, al que le rindió un cálido homenaje sobre el escenario, Garrio, Lauri Garrido y Antonio Rodríguez, y el mismo pregonero, cantes desde bambalinas a los que en algunos momentos se sumó el público.
Pregón original desde el principio que comenzaba con un montaje fotográfico dedicado a su familia y a la Junta de Gobierno de su padre, Manuel Burgos, hermano mayor entre 1974 y 1982, cuyos integrantes se encontraban casi en su mayoría en el teatro, a quienes les dedicó palabras llenas de emoción, a la vez que recordó también emocionado “a los que no se encuentran ya entre nosotros, sino junto a Ella en el Montemayor celestial en una Romería eterna”, quienes después de su etapa en la hermandad formaron una reunión seña identidad de la romería, “Los Mismos”., “mi segunda familia”.
Original por la elección de su presentador, Olivier Herrera, a quien antes de comenzar le regaló una medalla suya que le impuso el párroco José Manuel Raposo, para que de esa forma se sintiera parte ya de la hermandad, una persona quizás no muy conocida entre los moguereños, pero a quien conoció hace algunos años por su relación con el sector fresero de la localidad.
Olivier definió a Álvaro como “una persona que no necesita presentación”, de quien subrayó “su compromiso social, cultural y político con su pueblo”, para pasar posteriormente a hacer un breve recorrido por su vida personal, laboral y familiar, destacando su pasión por la música y la fe en la Virgen de la Esperanza y la Virgen de Montemayor, “una persona fiel a si misma y a los demás”, para acabar haciendo un recorrido por Andalucía, “un homenaje a sus pueblos, y en Huelva a Moguer, y a sus gentes”, dedicando unas palabras de recuerdo a Francisco Garfias.
Pregón original por la forma de comenzar, sentado sobre el escenario sin micrófono dirigiéndose a su hijo, a quien dedicó el pregón, y a sus sobrinas, para decirles que en ellos estaba puesta la semilla de la fe en la Virgen de sus abuelos y sus padres, con una fotografía de la Virgen presidiendo el escenario.
Su abuela “mama” presente
Pregón lleno de nombres propios, primero el de sus padres, y después el de su abuela, “una mujer que nunca fue a la romería, pero siempre tenía a la Virgen presente, y esa devoción también la compartimos de cerca desde pequeños mis hermanos y yo”, a quien dedicó unas palabras cargadas de sentimiento. “Mis padres nos tuvieron desde la infancia a mi y mis hermanos cerca de Montemayor, bien porque nos llevaban con ellos, o si no nos dejaban con mi abuela, que se llamaba Montemayor, a quien nosotros llamábamos mama”.
Más nombres propios, además de los ya mencionados, fue el de Rafaela, la ermitaña de Montemayor en la etapa de su padre, Orujo, Mari la Borreguera, quien fuera directora del coro de la hermandad, y costaleros, Pedro Blanco, Ofin, Coronel, Rafael Moreno o Francisco de la Corte.
Y mención aparte para el padre Roca, en la actualidad por problemas de salud alejado de Montemayor y su labor como sacerdote, a quien sentado en la primera fila se acerco y de nuevo sin micrófono le dedicó unas palabras haciendo énfasis en lo importante que era su persona en la difusión de la devoción a la Virgen de Montemayor. De la misma forma tuvo palabras de recuerdo para Francisco Garfias, enfermo desde hace ya algunos meses.
En su recorrido por los actos de la romería reivindico la mañana de salida de carretas y la convivencia con los preparativos previa a la romería entre cantes y bailes en la noche del viernes, hizo la entrada con las hermandades filiales, recorrió el recinto romero durante el rosario de antorchas, para llegar al gran día de la romería, domingo de función principal por la mañana, y por la tarde “el momento en el que los costaleros amarran los pañuelos anuncio de la procesión de la Virgen”, a la que acompañó desde la ermita hasta la fuente, pasando por la casa de los mayordomos y las hermandades filiales, haciendo una parada singular en el sombrajo de “Los mismos”, “donde mi amigo Rafalito, el garrio y yo cantamos a la Virgen”.
Álvaro no se limitó a cantar la parte festiva de la romería, su pregón fue muchos más allá, tuvo un marcado acento mariano y cristiano. “La romería es amistad, es convivencia, es compartir, pero no se debe olvidar que el centro es la Virgen de Montemayor, y junto a Ella tenemos que ser buenos cristianos”
En ese sentido tuvo palabras dedicadas a los más jóvenes, “el tiempo demuestra que la romería no está viva si no miramos a la Virgen en la ermita”.
Y si brillante fue el pregón mejor fue un final en el que unió la devoción de Moguer a su Patrona con la devoción a la Virgen del Rocío “en una despedida de romería en la que la Virgen cambia el manto rojo por el dorado”.