MONTEMAYOR, PROLOGO DE LA SEMANA SANTA MOGUEREÑA
La ermita de Montemayor será por
tercer año consecutivo el prólogo de la Semana
Mayor de Moguer, con el traslado en Viacrucis a partir de las
5 de la tarde del sábado víspera del
Domingo de Ramos del Cristo de los Milagros –como se conoce al Crucificado de
la ermita- hasta la iglesia parroquial.
Este Viacrucis se realizó por
primera vez en el año 2012. Con motivo de los
actos conmemorativos del 75 aniversario de la actual imagen de la realización
de la Virgen
de Montemayor en el año 2012, la Hermandad Matriz de la Patrona de Moguer rememoro también el 75 aniversario de la
salida procesional en Semana Santa del Crucificado de la ermita, el Cristo de
los Milagros, imagen que desde hace varias décadas de forma privada se trasladaba
a la iglesia parroquial para presidir los Oficios del Viernes Santo. Por ese
motivo al cumplirse la efeméride antes señalada se llevó a cabo
un traslado público de la imagen del Cristo de los Milagros en Vía
Crucis desde la ermita a la iglesia parroquial.
El pasado año la Hermandad de acuerdo con el párroco organizaba de nuevo el traslado de forma pública en Vía-Crucis
desde la ermita a la iglesia parroquial, que volverá a celebrarse a partir de las 5 de la tarde del próximo
sábado, por el recorrido tradicional del
traslado de la Virgen
desde la ermita a Moguer, Viacrucis al que están invitadas a participar las
asociaciones parroquiales y hermandades de la ciudad, el consejo de cofradías,
hermandades filiales y hermandades de la provincia con las que la Matriz de Montemayor mantiene
contactos durante el año, entre ellas las hermanadas de Tres Caídas de Huelva o
San Jorge y la Virgen
de los Milagros de Palos, entre otras, así como el Grupo de Scouts Tamar de la
localidad. De esta forma el aroma a incienso estará presente en la ermita de la Patrona.
Convie ne recordar qué motivó la salida de ese Crucificado por
las calles moguereñas. El 21 de julio de 1936 todo el patrimonio histórico
artístico religioso de Moguer fue destruido o se hizo desaparecer. Lo que los
moguereños habían atesorado durante siglos fue pasto de las llamas en unas
horas. El templo parroquial fue totalmente destruido y los retablos, imágenes y
enseres fueron quemados dentro y fuera del edificio. Allí perecieron las
imágenes de más devoción de la ciudad, entre ellas la de la Patrona.
En San Francisco, Santa Clara, el Hospital del Corpus Cristi
y la Capilla
de San Sebastián ocurrió otro tanto. No quedaron imágenes a la que darles culto
público en la Semana
Santa de 1937. Solamente se salvó la Ermita de la Virgen de Montemayor.
Lo cierto es que el Crucificado dela
Ermita era el único Cristo que quedaba para ser procesionado.
Teniendo que realizar culto público en la Semana de Pasión se trasladó hasta la parroquia
la imagen del Cristo de los Milagros. La parroquia residía en la iglesia
monástica de Santa Clara, único templo que podía usarse en aquellos momentos.
El Viernes Santo de ese aciago año procesionó desde Santa Clara por las calles
de Moguer, única estación de penitencia que se realizó en la localidad.
Convie
En San
Lo cierto es que el Crucificado de
La imagen del Cristo de los Milagros siempre estuvo en Montemayor, salvo el paréntesis de su estancia en
Es un Cristo
crucificado datado a mediados del
Quinientos. Se encuentra fijado a la cruz por tres clavos, los cuales taladran
sus manos y pies. Se encuentra ya muerto y su cabeza se inclina hacia abajo y
la derecha. El paño de pureza, el llamado sudario, es bastante esquemático y
deja caer un pliegue a lo largo de la pierna derecha. En su concepción es bastante
arcaico, lo que nos recuerda a obras de aquellos momentos. Su cabeza aparece con
escaso tratamiento del cabello, quizás porque antaño estuviera dotado de cabellera
natural. Su anatomía es bastante sucinta, aparecen pocas muestras de la
flagelación y de otros momentos de la Pasión. Su rostro es sereno y tiene los ojos
cerrados. Es tradición que esta imagen estuvo vestida con faldellín (sudario de
tela superpuesta al de talla).
En el
año 1999 fue sometido a una importante restauración en Sevilla. Sus autores
fueron Almudena Fernández y José Joaquín Fijo. En esa intervención se resanaron
los importantes daños que presentaba la talla. Así mismo se descubrió que desde la
nariz para abajo (boca y barba) se había añadido un postizo en pasta, quizás
respondiendo a los gustos estéticos del barroco, el cual fue retirado para
dejar la talla tal y como fue concebida por su autor